La Deidad de Cristo en Colosenses 1:15-17



15- El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación,16- Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. 17- Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten



Jesucristo es la imagen del Dios invisible, su representación hecha hombre, el primogénito de toda creación, el primero antes de toda criatura; pero, ¿por qué él no es una criatura?La Escritura nos dice “el primogénito de toda creación” algo muy distinto a“el primogénito de toda la creación”. La expresión Bíblica, a diferencia de la segunda, no incluye al sujeto (Jesucristo) dentro del conjunto de las cosas hechas. Además, si en él fueron creadas todas las cosas, debemos asumir la exclusión de ese “él” en quien fueron creadas pues, “todas las cosas”, no puede incluir a la cosa misma que las creó, esto es, a Cristo, el Verbo divino.

De suponer lo contrario caeríamos en las siguientes y gravísimas contradicciones:
  • Si por medio de Cristo todo llegó a existir e incluimos como una de esas cosas al propio Cristo (porque dice “todas”), estaríamos afirmando que él se creó así mismo, lo cual es una falacia: lo inexistente no puede generar existencia; nada viene de la nada. De seguro Pablo, a razón de esto e inspirado por el Espíritu Santo, introduce la proposición faltante (versículo 17) para romper toda contradicción: Y él es antes de todas las cosas.Si Cristo es antes de todas las cosas, ahora “todas las cosas” tiene una clara excepción: Ese mismo que es antes, Jesucristo.

  • Se nos dice que todo fue creado "por medio él y para él". Luego Cristo es medio y fin de lo creado, por tanto, no pudo haber sido medio de su propia creación (nuevamente asumiéndolo como “cosa” que pertenece a ese “todo”): tiene que haber existido previamente.
  • Si todo lo creado es para Cristo, él mismo, como criatura, se vería en la obligación de exigir adoración: estaríamos afirmando que Dios creó un ser para idolatrarlo.

Autor: Eduardo Joudzbalis