En quién creíste tú?


"Creo en el Dios de Spinoza, que es idéntico al orden matemático del Universo".

La frase anterior resume las creencias de un reconocido científico alemán: Albert Einstein , cuyas teorías en la rama de la física todavía hoy se mantienen en pie; sin embargo, a pesar de todo su conocimiento y de la revolución científica que produjo en la historia de la ciencia, Einstein nunca creyó en un Dios personal: se identificaba con la filosofía de Baruch Spinoza (1632) quien igualaba a Dios y a la naturaleza. Esta postura introduce una idea muy desalentadora: Dios es todo: el mar, las estrellas, los animales, el sol, etc. Desde ésta perspectiva no existe Dios que se preocupe por usted, ni que se interese en participar en la historia de la humanidad o que interceda por sus necesidades; no hay diferencias entre El Creador y las cosas creadas. La Biblia condena claramente ésta posición (que hoy día se conoce como panteísmo) Así como ningún hijo es su padre, tampoco Dios es lo creado: un hijo supone la existencia de un padre y aquél refleja ciertos rasgos de su progenitor; asimismo la naturaleza declara la existencia de Dios y refleja su grandeza, pero Dios como tal no es la naturaleza (Salmo 19:1. Romanos 1:20). Muchas personas practican de alguna forma las ideas de Spinoza sin darse cuenta: cuando le brindan poderes o atributos “divinos” a cosas inertes como ríos, árboles, piedras, imágenes, etc.….sin embargo más allá de lo hermoso que nos parezca el cielo estrellado, un paisaje o el canto de las aves, Él no es éstas cosas, de ser así estaríamos colocando a Dios como actor y no como guionista. Ahora bien, a diferencia de las creencias de Einstein, el único y verdadero Dios sí está vivo, sí es personal y sí se interesa por cada una de sus criaturas, tanto que envío a su Hijo a morir por nuestros pecados para que de esa forma, a través de su sacrificio, obtuviésemos entrada directa para comunicarnos con Él. Lamentablemente hoy existen personas hablando al aire, gritando a los oídos sordos del Universo en vez de acercarse humillados a los pies de Cristo. Dios existe y es único (Isaías 44:8; Salmo 18:31) y fuera de Él no hay Dios (Isaías 46:9). Por eso, si quieres empezar a disfrutar el conocimiento del Dios verdadero, sólo tienes que hacer lo expresado en Romanos 10:9 “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”; de ésta manera comenzarás a formar parte de la gran familia del Padre celestial.


Eduardo Joudzbalis